27 DE OCTUBRE DE 2010
No tenemos que darnos por vencidos y, además
es preciso criticar con toda claridad
estas observancias extravagantes,
completamente ajenas a la fe católica de nuestro pueblo
y a nuestra tradición cultural.
Al acercarse el 31 de octubre, reproducimos la intervención de Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata (Argentina) sobre el Halloween.
Desde hace varios años se ha tomado la costumbre, en muchos ambientes, de celebrar Halloween y tengo la impresión de que quienes adoptan esta moda no saben bien de qué se trata.
Para remontarnos a los orígenes hay que decir que en la antigüedad era la celebración del Año Nuevo Celta. Se la ubica en Gran Bretaña e Irlanda, en épocas antiquísimas.
Se pensaba que en la noche del 31 de octubre al 1º de noviembre el espíritu de los muertos regresaba a su casa a visitar a sus hogares y que, además, esa noche vagaban diablos de toda especie, hadas, duendes, brujas y toda clase de espíritus extraños.
Era una celebración ligada al ritmo de la naturaleza, que tenía que ver con el término del verano y con los cambios propios de la cultura agropecuaria.
Luego, con el tiempo, se fue perdiendo el sentido religioso-pagano y, en épocas cristianas, esas observancias se mezclaron con los ritos católicos. En la Edad Media ha habido muchos sincretismos, análogos a los que hoy todavía encontramos en algunos sectores de América Latina o de África.
Lo cierto es que los irlandeses que emigraron a Estados Unidos, en la segunda mitad del Siglo XIX, llevaron esta antigua celebración y allí, en América del Norte, tomó características diversas: invadir casas para romper ventanas, reclamar la entrega de regalos y, muchas veces, quedó convertida simplemente en una diversión para los niños que se disfrazaban e iban pidiendo golosinas.
Como en este mundo globalizado las modas se estandarizan y cruzan rápidamente los continentes, desde hace unos años tenemos aquí que también entre nosotros se festeja Halloween.
Halloween y escuela católica
Me extraña comprobar que hasta en jardines de infantes de escuelas católicas encontramos esta observancia, y me pregunto ¿qué sentido tiene? Recuerdo muy bien que, cuando era niño, lacelebración de Todos los Santos -el 1º de noviembre- y la conmemoración de los Fieles Difuntos, el día siguiente, tenían un arraigo cultural consistente. Eran días feriados y, por ejemplo, la visita al cementerio era un gesto de piedad arraigado en una larga tradición católica.
Entonces, habría que pensar muy bien qué sentido tiene que incorporemos estos hechos culturales cuyo significado originario se ha perdido, y que se mezclan indebidamente y, de algún modo, desplazan las celebraciones cristianas que corresponde observar en estos días.
Habría que recuperar, por ejemplo, el sentido que tiene en lo religioso, catequístico y cultural laSolemnidad de Todos los Santos, que nos recuerda nuestra comunión con la Patria Celestial. Ese dogma fundamental de nuestra fe que profesamos en el Credo cuando decimos ‘creo en la comunión de los santos’ y que nos muestra también la dimensión inmensa de la Iglesia, que no se agota en este mundo peregrino sino que incorpora también a los santos del cielo y a las almas del Purgatorio.
Debiéramos recuperar la celebración del 2 de noviembre; recordar la indulgencia plenaria por los difuntos; recuperar el sentido de la visita al cementerio como un gesto religioso y profundamente humano, e incluso habría que ir elaborando nuevas proyecciones culturales de estas verdades cristianas.
No tenemos que darnos por vencidos y, además es preciso criticar con toda claridad estas observancias extravagantes, completamente ajenas a la fe católica de nuestro pueblo y a nuestra tradición cultural.
Estas fiestas demoníacas no se que pintan en nuestra cultura, algo tan maligno y repugnante no se debería permitir y lo peor es que en ellas metemos a nuestros seres mas queridos como son nuestros propios hijos para que se diviertan. Una falta muy grave de responsabilidad.
ResponderEliminarAquí se ve con claridad como apoyan los demonios este tipo de eventos, como la publicidad llega a todos los puntos y como es tan bien aceptada aunque aparezcan calaveras y muertos vivientes con cabezas ensangrentadas.
El vaticano en vez de prohibirlas a todo cristiano con la excomunión, que no solo sirva para aplicar esta medida a los que denuncian los abusos dentro del clero, se une a la fiesta, eso si, vestidos de santos ¿Para qué? no se, lo mismo desean que ese evento derive en algo parecido a la fiesta de moros y cristianos.
Estos clérigos pareciera que en la cabeza solo tuvieran alfalfa.
Y si no, la que están montando con el reparto de condones, quien los ha visto y quien los ve. Después de ser inflexibles con la abstinencia como mejor medida para combatir el sida, ahora cambian y dan un volantazo de 180º y se ponen a repartir condones. Habrán decidido ser coherentes con lo que pregona el mundo y la carne y habrán pensado, lo mismo de esta forma y puesto que Benedicto XVI no se apea con el celibato, mojamos churro.
ResponderEliminar